miércoles, 23 de septiembre de 2009

Un Mago.


Basta con compartir la fantasía fascinante de Jorge Ponce. 
Su intuición estética lo lleva a realizar como un hecho natural, lo irrealizable. Vemos así que sus telas están pobladas por seres que en forma natural transitan el espacio, suspendidos o en actitud de vuelo. Estas acciones, pintadas con premeditación, conforman un nuevo juego de sensaciones infinitamente ensanchadas.

Este universo, a veces limitado por el marco, caben todas las posibilidades, se expanden en esa coherente unidad que desecha la lógica, porque quien habita el cosmos, puede decir de él lo insospechado.

Ponce, en sus telas parece un mago que mueve a su antojo personajes embrujados, despojados de convencionales apariencias, para hacerlos compartir regiones idílicas en donde los conflictos terrenos no perturban al hombre.


Frente a sus obras, realizadas con técnicas óptimas, antiguamente utilizadas por los maestros medievales, se experimenta la extraña sensación de estar el comienzo o al final de un gran conflicto. El ensueño y la duda convergen dosificándose mutuamente en justo equilibrio, para refinar su sabiduría de artista genuino que también puede aproximarnos al humor y a la nostalgia. Jorge Ponce, con su manera inédita de aprehender su entorno, capitaliza nuevas emociones. Llevadas luego a sus obras, sabios en color y armonía, destacan la agudeza de su imaginación cautivante. Como magia luminosa, sus personajes trasmiten al espectador la gran sabiduría que nace del artista, y hace que la emoción penetre al que mira ...

y como un hechizo lo envuelve y atrapa.

Vida inquieta que mueve dibujos y color y que les otorga ese interrogante, que nos mantiene alertas.

Flanagan dice que el arte tiene formas de recompensar a aquellos que se acercan a el con humildad y emoción pura en sus corazones, como suele castigar a los que fría e intelectualmente tratan de burlarlo.

Jorge Ponce, que colma a su obra de un significado intimo, sostiene con raíces profundas ese sentimiento subjetivo e intransferible.

El encanto, conscientemente realizado es parte inherente de su quehacer revelador de lo maravilloso.

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